Bidés
La Real Sanidad
Ya la reina de Nápoles María Carolina de Habsburgo-Lorena, en la segunda mitad del siglo XVIII, quiso llevar el bidé a su palacio de Caserta, dándose cuenta de su importancia estética sin tener en cuenta la etiqueta de la época, para luego introducirse en los hogares italianos tras la Segunda Guerra Mundial.
Inventado en Francia, poco se sabe de la fecha de su nacimiento y de su inventor, pero los primeros registros se remontan a 1710, cuando Christophe Des Rosiers, su presunto inventor, lo instaló en la casa de la familia real francesa.
Nacido como un objeto común en los ambientes generalmente conocidos como "letrinas", llegó a los hogares como una importante ayuda para la higiene y el diseño en una época en la que el cuidado y la limpieza del cuerpo encontraron un lugar importante dentro de los hábitos del ser humano.
Diseño para la comodidad y la higiene
El bidé es una taza de inodoro que suele ser de cerámica, con muchas versiones como la de resina, y que se conecta a las tuberías de carga y descarga de agua, funcionando exactamente igual que un lavabo; de hecho, la posibilidad de ir acompañado de un grifo puede hacer que la imagen del baño y del sanitario sea completa a la vista.
Hoy en día, existen varias instalaciones, desde el suelo hasta la pared, que presentan diferentes líneas con la capacidad de conseguir aligerar la línea en términos de diseño y, al mismo tiempo, enriquecer los entornos higiénicos, donde estos importantes accesorios sanitarios encuentran su lugar.
En nuestra web existen numerosos "cubos" (otro nombre con el que se reconoce a los sanitarios) con capacidad para adaptarse a cualquier entorno, consiguiendo acompañar el estilo del WC sin eclipsar su protagonismo en cuanto a diseño, gracias a sus numerosas formas, colores, materiales e instalaciones disponibles.
Entre las marcas más importantes de nuestro sitio, encontramos Ceramica Cielo, Flaminia, Gessi (empresas que hacen de la elaboración de la cerámica y de su predisposición a llevar el "made in Italy" su punto fuerte), que, gracias a sus talleres en constante evolución y a sus diseñadores, podrán seguramente satisfacer todo tipo de exigencia ambiental, logrando recomendar la mejor solución para cada cliente.
Richard McClintock, a Latin scholar from Hampden-Sydney College, is credited with discovering the source behind the ubiquitous filler text. In seeing a sample of lorem ipsum, his interest was piqued by consectetur—a genuine, albeit rare, Latin word. Consulting a Latin dictionary led McClintock to a passage from De Finibus Bonorum et Malorum (“On the Extremes of Good and Evil”), a first-century B.C. text from the Roman philosopher Cicero.
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